Historia viva de Córdoba
La magia de la cultura está también al alcance de la vista para quienes no cuenten con la posibilidad de asistir a nuestros eventos o talleres. Basta con observar los arcos del Portal de la Gloria desde el parque o el atrio de la Catedral, caminar por el corredor de la avenida 3 o asomarse al patio principal de la Casa de la Cultura de Córdoba: un tesoro patrimonial a pie de calle.
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Los orígenes del edificio se remontan al siglo XVII, así que sus muros son testigos tanto de momentos cruciales de la historia de México y de esta heroica ciudad, como de la cotidianidad de quienes la habitamos a lo largo de los siglos, con nuestras luces y sombras. Pieza clave del centro histórico, el Portal de la Gloria, que hoy acoge también a la Biblioteca Municipal “Luis Sainz López Negrete” y al Museo de Córdoba, vivió momentos de esplendor durante varios siglos para después ser descuidado hasta el punto de planear su demolición.
Conocer esta historia es mirarlo con otros ojos, como quien mira un espejo de la sociedad cordobesa. Un espejo lleno de belleza en cada detalle y con un enorme valor patrimonial. Para el Premio Nacional de Arquitectura y responsable de su remodelación en 1969, el arquitecto Carlos Flores Marini, es “el conjunto edilicio de mayor tradición y abolengo con que cuenta la tropical ciudad de Córdoba” *.
La fecha estimada del inicio de su edificación es 1620, ya que la ciudad le cedió el terreno a Don Juan de Miranda, fundador de la Villa de Córdoba en 1618. A lo largo de ese mismo siglo y el siguiente se le fueron agregando construcciones para conformar los portales y patios como los conocemos hoy.
Los descendientes del fundador mejoraron y decoraron la propiedad conforme a las modas del momento. El inmueble permaneció en la misma familia hasta llegar a José Manuel Zevallos, último Conde de Zevallos, y posteriormente a su sobrino, para después pasar a otras manos.
Ya a principios del siglo XX, su más ilustre habitante fue el escritor Jorge Cuesta Porte Petit —a quien la Casa de la Cultura debe su nombre—. Sus salones también funcionaron como aulas de varios colegios durante décadas, y una de las casas fue sede de la Acción Católica. Al parecer, el nombre “Portal de la Gloria” fue recuperado en esa época para referirse a todo el inmueble. Este apelativo es el más extendido junto con “La Favorita”, nombre de la famosa cantina instalada en la esquina de la avenida 3 y la calle 3.
ILUSTRES VISITANTES
Cuesta fue el personaje célebre que más noches soñó bajo los techos del Portal de la Gloria, pero no el único. Desde el siglo XIX hay constancia de visitantes ilustres por su destacadísimo papel en la historia de México. Tres meses después de la batalla librada en la ciudad entre insurgentes y realistas, Agustín de Iturbide durmió allí en 1821, durante su visita para la firma de los Tratados de Córdoba con quien había sido el último virrey de la Nueva España, Don Juan de O´Donoju.
Décadas después se hospedaron en el Portal de la Gloria figuras tan antagónicas como Benito Juárez y, en dos ocasiones, la emperatriz consorte Carlota de Habsburgo. Hay constancia documental del contraste entre la austeridad del recibimiento del presidente de México y el cuantioso dispendio dedicado a acoger la primera visita de la soberana de origen belga, quien pasaba por la villa en su camino a Yucatán en 1865 y fue recibida con entusiasmo por la aristocracia cordobesa. Menos de un año después, en su huida de regreso a Europa, la emperatriz pernoctó nuevamente en este histórico portal, aunque de forma mucho más discreta, dadas las circunstancias.
Tras ver pasar a quienes fueron indiscutibles protagonistas del proceso de Indepencia de México y la disputa por su soberanía durante el siglo XIX, los muros del Portal de la Gloria fueron cobijo para tres personajes clave en la sacudida revolucionaria de inicios del siglo XX y los convulsos años posteriores. A partir de 1914, el general Cándido Aguilar vivió varios años bajo el mismo techo que alberga hoy la Casa de Cultura, la Biblioteca Municipal y el Museo de la Ciudad. Años depués, durante su campaña política de 1922, Francisco I. Madero y José Mª Pino Suárez arengaron al pueblo desde los balcones del Portal.
DECADENCIA
Las décadas se sucedieron y el Portal de la Gloria siguió siendo parte destacada del paisaje cordobés: miles de personas se cobijaron bajo sus arcos para descansar, comprar o vender y pasaron frente a ellos a pie, a caballo o en carruaje, subidas en el tranvía —primero de mulas y después con motor de gasolina— o el camión, participando en desfiles y festividades, marchas políticas y de protesta social, camino a las bodas, XV años, peregrinaciones y tantos otros ritos que culminan en la vecina Catedral, con rumbo al parque 21 de mayo, al Cine Isabel o a los bailes de la Casa del Campesino, a pocos pasos. Fue testigo silencioso de los cambios generacionales y el día a día de la población cordobesa, pero lamentablemente su estado de abandono fue en aumento.
Sin mantenimiento ni rehabilitación, siglos después de haberse construido, su deterioro era tan preocupante que las autoridades llegaron a programar su demolición. Eran finales de la década de los 60 y, como expresó el cronista Antonio Díaz Meléndez, al parecer la conservación de monumentos históricos no era prioridad: “Con la misma indiferencia que el pueblo de Córdoba ha visto en el transcurso de los años demoler el cerrito de San Juan que guardaba los restos de los Insurgentes del 21 de mayo de 1821 […] convertirse en cloaca el río de San Antonio, perderse la alameda que fue el encanto de grandes y chicos, el Huatusquito, los cuatro cementerios, etc; con esa misma indiferencia el pueblo de Córdoba pasa frente a esos tres edificios sin preocuparse: ni lo que fueron, ni lo que son, ni lo que serán”.
COMPROMISO Y GENEROSIDAD
El arquitecto Flores Marini y otras voces de jóvenes comprometidos, como Miguel Capistrán Lagunes e Ignacio Cabral Pérez, dieron la alerta y se movilizaron para evitar la pérdida del Portal de la Gloria publicando artículos y entrevistándose con autoridades, además de concienciar a la población. En marzo de 1969 finalmente se cancelaron los planes de demolición y empezó a estudiarse la estrategia para rehabilitar el edificio.
Ya habían iniciado los trabajos para derribarlo y estos daños se sumaban a mucho tiempo de abandono, así que restaurar el Portal de la Gloria y lograr que se le diera un uso adecuado suponía un enorme reto. Afrontarlo fue posible gracias a la generosidad de Don Luis Sáinz López de Negrete, uno de sus propietarios, quien convenció a sus hermanos para donar el inmueble al Ayuntamiento de Córdoba y crear una fundación a través de la cual financiar las obras con el apoyo de autoridades estatales.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
Flores Marini destaca que “a pesar del abandono y la destrucción, el conjunto conservaba los elementos más característicos de su época, guardando un gran carácter y dignidad”. El criterio aplicado consistió en restaurar y mantener todas las partes originales del monumento, demoler los agregados posteriores carentes de valor y llevar a cabo una construcción contemporánea allí donde no pudiera rescatarse nada, manteniendo la continuidad visual respecto a lo original. Las obras conservaron los tres patios de cada uno de los edificios que integran el Portal de la Gloria, característica de la arquitectura virreinal original.
El arquitecto mexicano, reconocido por su importante y vasto trabajo sobre conservación y restauración del Patrimonio Monumental de México y Latinoamérica, señala que “la casa de la calle 3 constituye, sin lugar a dudas, el ejemplo de arquitectura civil más sobresaliente en la localidad. Muestra una influencia poblana mezclada con las características propias de la tierra cordobesa […]. La correcta relación de muros y vanos, así como la decoración de sus balcones y cornisas de gran movimiento, dan una solución de gran calidad a la fachada. En su colindancia, sobresaliendo a una construcción anexa de un piso, tiene un balcón y un gran mirador con arco de medio punto que abre una hermosa perspectiva al paisaje cordobés y resulta muy apropiado al clima y a las características de la zona. Interiormente, el conjunto creado por los patios de las casas continúa la unidad que éstas muestran la fachada”.
LA VIDA CULTURAL, HABITANTE DEFINITIVA
Terminada la remodelación en 1971, en principio la esquina de la planta baja fue ocupada por una suscursal del Banco Mexicano que se adaptó aprovechando la estructura colonial. El Museo Córdoba se instaló en la casa sobre la calle 3 y se mantiene hasta hoy, especializándose en acervo prehispánico. En el resto de los espacios se ubicaron oficinas y un restaurante durante algún tiempo, para finalmente instalar las dos instituciones que conocemos.
Primero la Biblioteca Municipal, hasta entonces situada dentro del Ayuntamiento, fue bautizada con el nombre de Luis Sainz López Negrete y pasó a ocupar la parte baja del Portal de la Gloria, dejando constancia de la generosidad de su expropietario.
Y finalmente en 1981, con el liderazgo del Maestro Raúl Tovar Hernández, La Casa de la Cultura de Córdoba inició su recorrido con un concierto de flauta y guitarra del dueto Falco Limón. Desde entonces miles de eventos se han sucedido en esta casa, y decenas de miles de habitantes de Córdoba han dejado entrar la magia de la cultura en sus vidas aprendiendo diferentes disciplinas artísticas en este Portal de la Gloria.
*Toda la información de esta página está basada en el artículo “Historia de un Portal. La restauración del portal de la Gloria en Córdoba, Veracruz”, publicado en 1979 por el arquitecto Carlos Flores Marini en el libro de Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico, Serie Monografías 2. Restauración de monumentos, del Instituto Nacional de Bellas Artes, México.
Las imágenes fueron tomadas de los libros “Historia general de Córdoba y su región” (2013) y “Córdoba en sus 400 años. Algunas miradas y sus voces” (2017) y la página ZM Córdoba